miércoles, 2 de abril de 2014

Inversion en lo profano.

La ciencia cuando volvió a alumbrar a Europa y comenzaron las inquisiciones, una guerra hacia el saber empezó a expandirse por todo el viejo continente. De una u otra forma las sacras instituciones tenían miedo a que se pudiera demostrar que estaban equivocados. Tenían miedo, miedo de que algún pensamiento sobresaliente, alguna fórmula matemática o alguna conclusión biológica demostrara que siglos de institución no tengan fundamentos, es irónico y hasta estúpido pensar que incluso los pensamientos universales podían estar acompañados de un dios universal, pero para ellos su dios era cuadrado y el considerar que existiera algo redondo fuera de su cuadrado era oposición.

Murieron grandes pensadores, pero de una u otra forma la ciencia volvió a ganar, las guerras y las pestes fueron la carretera de distintas culturas, es curioso pensar que las muertes mundiales fueron las responsables de otro salto más en un escalón de la humanidad.

La ciencia comenzó a llenar un vació con el cual los ateos se apoyaban, su nuevo dios era la ciencia, porque la ciencia tenía todas las respuestas y si no las tenía las tendrá, si bien religiones tuvieron que agachar el moño y usar los pensamientos científicos esto fue tarde, el daño y el historial sangriento estaba hecho.

Pero mientras la ciencia compensaba a la religión en el vació que generaba la incertidumbre, la espiritualidad que aportaba la religión se empezaba a perder. Fue cuando las artes recobraron la fuerza, tanto como la literatura, como la pintura y la escultura, ellas comenzaban a realimentar al hombre, pero lo hacían desde dentro, ellos no lo compartían, si bien un grupo de gente se reunía para ver a un David, todos ellos se lo guardaban para ellos, no lo compartían.

La música en ese sentido fue la revolución, la música comenzó a perder énfasis religioso y se apoyaba en el todo, ya no era dios, era la naturaleza, era la tristeza o era un simple fluir de conciencia.

Hoy en día podemos verificar eso, cientos de personas reunidas en un recital, bailando, saltando, introspectivamente absorbidos por un solo de bajo. Es curioso, gente gira en un templo evangélico y son locos, gente gira en un recital de música y se llama inspiración. Los recitales de música como toda arte audiovisual es la máxima expresión espiritual de hoy en día y nos guste o no es la heredera de la religión, la gente la masa, el humano ya no necesita ir un domingo a misa, va a un concierto de su banda favorita y sacia su vacío espiritual.

Lo irónico de esto es que el diezmo del recital no es un diezmo y no es voluntaria su acogida, el adorador de lo audiovisual puede pagar un cerro de dinero (el cual puede ser justificado) para saciar su espiritualidad. Es triste pensar que mientras la ciencia intenta liberarse del sistema capitalista, lo audiovisual se ve dominado por este.

Pagabas tu diezmo para ir al cielo y encontrar las respuestas que nos atormentaban, los cantos y ceremonias espirituales eran gratuitas con tan solo ir a la iglesia.
Hoy la ciencia intenta ser libre, pagamos nuestro diezmo para ver a nuestra banda favorita.

Irónicamente, los roles se invirtieron.

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